"Lavinia Whateley no tenía marido conocido, pero siguiendo la costumbre de la comarca no hizo nada por repudiar al niño, y en cuanto a la paternidad del recién nacido la gente pudo -y así lo hizo- especular a su gusto.
La madre estaba extrañamente orgullosa de aquella criatura de tez morena y facciones de chivo que tanto contrastaba con su enfermizo semblante y sus rosáceos ojos de albina, y cuentan que se la oyó susurrar multitud de extrañas profecías sobre las extraordinarias facultades de que estaba dotado el niño y el impresionante futuro que le aguardaba."
-Lovecraft, "El horror de Dunwich".
¡Felicidades a a todas las Madres, de humanos u otras clases, en su dïa, ïa!
(Arte de Santiago Caruso para "El horror de Dunwich")
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